Hasta ahora la Unión Europea consideraba a los coches eléctricos libres de emisiones, pero a partir de noviembre de 2026, con la llegada de la normativa Euro 7, pasarán a estar en el punto de mira por sus efectos en el medioambiente. Porque aunque este tipo de vehículos no emita gases de escape, sí produce partículas que, en algunos casos, pueden ser más contaminantes que los coches gasolina o diésel.
La Euro 7 es una regulación de la Unión Europea que tiene como objetivo reducir las emisiones de los vehículos. Entró en vigor en mayo de 2024, pero realmente no será efectiva hasta el 29 de noviembre de 2026 porque se ha dado un margen a los fabricantes. Eso sí, a partir de esa fecha, los eléctricos de nueva homologación tendrán que cumplir unos límites de emisiones de partículas a escala de la UE. Un año después, en noviembre de 2027, la normativa se aplicará también a todos los nuevos coches eléctricos matriculados en la Unión Europea.
La clave está en que los vehículos eléctricos tienen dos fuentes contaminantes. Por un lado, la abrasión y el desgaste de los neumáticos liberan sustancias químicas tóxicas en el aire. Por otro lado, el polvo que se genera durante el frenado se considera contaminante porque vienen a ser partículas ultrafinas de metales.
En este sentido, hay que tener en cuenta que a pesar de ser factores comunes en todos los vehículos, en el caso de los eléctricos los efectos son mayores porque pesan más al llevar una batería incorporada. Eso hace que se generen más emisiones por culpa de la fricción y que los neumáticos se desgasten más al frenar.
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